miércoles, 26 de enero de 2011

Lima

Después de 12 horas de avión, por fin llegamos a Lima: dejábamos el frío invierno madrileño, para disfrutar del verano en enero, una sensación inusual para nosotros. Tras los pertinentes trámites de aduanas, nos encontramos con el taxista que habíamos contratado desde España por medio del hostal que habíamos reservado por hostelworld.com, una página básica para este tipo de viajes. Lo primero que nos dijo al subirnos al vehículo fue que escondiéramos nuestras cosas de valor debajo del asiento, ya que la noche anterior vio como asaltaban a un compañero suyo rompiéndole los cristales para robar a unos pobre turistas japoneses recién llegados... Así la primera toma de contacto no fue de lo más agradable. Afortunadamente llegamos sin problemas al hostal Pirwa, situado en Miraflores, un barrio residencial muy tranquilo. Esa noche caímos fritos, ya que apenas dormimos durante el vuelo, para no sufrir el jet lag (viajamos de día).
Al día siguiente, ya recuperados, tomamos el desayuno en la terracita con una temperatura muy agradable, charlamos con unos argentinos sobre el país, y sacamos los billetes de bus para partir esa misma tarde hacia el Cusco. Lo ideal hubiera sido llegar allí parando en diferentes lugares muy atractivos, como Ica, Nazca, Arequipa, y así no pegarte la paliza de 21 horas de bus; pero estábamos condicionados por el Camino Inca, que teníamos reservado para el 28 de enero, ya que en febrero lo cierran al turismo por mantenimiento.
Tras hacer el check out, agarramos (que difícil es no decir coger)  un taxi hacia la plaza de armas, el centro de la ciudad. El coste justo desde Miraflores es de 10 soles (1 euro=3,65 soles). El primer precio del taxista fue de 15, pero las negociaciones fueron bien.
Lo primero que nos sorprendió fue la cantidad de policía que había alrededor de la plaza. Era domingo y descubrimos que es costumbre realizar un espectáculo para realizar el cambio de guardia. Otra cosa que nos llamó la atención fue lo limpísimo que estaba todo, algo no muy común en las grandes ciudades sudamericanas. Después anduvimos por los alrededores, parándonos en la casa de la literatura peruana. Aparte del furor por su recién premio nobel Vargas Llosa, tuvimos un agradable momento con unos escritores locales, a los que les compramos unos libritos por 10 soles, los cuales nos dedicaron con mucho afecto.
Después entramos en la iglesia de San Francisco, donde lo más destacable fueron unas mazmorras subterráneas donde enterraban a los monjes franciscanos.
Recorrimos un poco más la ciudad, comimos y nos marchamos al hostal para recoger las mochilas, ya que por la tarde salía nuestro bus. Lo cierto es que nos quedamos con ganas de seguir explorando la ciudad, ya que lo poco que vimos nos agradó.
A las 5:30 salió nuestro autobús, con la empresa cruz del sur, un pasaje algo caro pero con muchas comodidades: asientos reclinables, cena y desayuno,  5 películas, y hasta un bingo!


¿Cómo surgió el viaje?

Todo comenzó una noche de agosto en una azotea de un hostal en Amritsar, en la India...nuestra aventura por esas tierras que tanto nos fascinó se acababa, al igual que acabábamos de conocernos por una de esas casualidades que pensamos que sólo pasan en las películas...
-Me encantaría dar la vuelta al mundo, pero sola...
-Es algo que siempre he querido hacer, tomarme un año sabático...
-¿Y por qué no lo hacemos juntos este año?
-Un año entero no puedo, pero a partir de enero me parece perfecto!

A partir de este momento comenzamos a divagar y divagar, surgieron múltiples países, rutas... y tras muchas horas de darle vueltas, por fin nos decidimos! Viajaríamos durante 7 meses, recorriendo 4 continentes y 12 países. Partimos el 22 de enero de Madrid, rumbo al primer destino: Perú.